viernes, 31 de julio de 2015

CRISTO ENTRE SAN PEDRO Y SAN JUAN







                                                          LOCALIZACIÓN

Esta pintura de Hernando Yáñez de la Almedina, salió a la luz en 1922 por parte de Von Loga, cuando estaba en la colección Cremer de Dormund. También parece que pasó por la colección Napier de Shandon y se la ha llegado a relacionar con una pintura desconocidad situada en la colección de la Galería Española de Louis-Philippe en el Louvre. Actualmente se halla en Madrid en la colección privada de Joan Abelló. La pintura data probablemente de principios de la primera etapa valenciana del manchego.

                                                      ANÁLISIS FORMAL

Es una tabla de pequeño tamaño 0,75 x 0,62 m. La técnica utilizada es el óleo.
En ella aparecen tres personajes iluminados por un foco de luz que proviene de la izquierda, lugar al que mira fijamente la figura central. Esta más adelantada que las otras dos tiene su mano izquierda colocada de frente al espectador de manera que acentua la perspectiva, ayudado por las dos figuras que están colocadas tras él, cada una en un plano diferente, de manera que da una sensación de separación espacial entre cada una de ellas dando la sensación de estar colocadas dentro de un gran espacio. Pero quizás lo que mayor sensación de profundidad crea sea el poyete colocado delante y sobre el que casi apoya los brazos la figura central. (Los hernandos pintores hispanos del entorno de leonardo, museo de bellas artes de valencia, generalitat valenciana, 1998, pag 162-165)

Los ropajes perfectamente dibujados con una gran marcaje de las líneas y con una naturalidad prominente, en los cuales se reflejan las sombras perfectamente expuestas por Yáñez.
En la camisa interior de la figura central aparece en un perfecto bordado dorado la inscripción IHS. Y encima de la figura un nimbo crucífero.

Los personajes posteriores no parecen interactuar entre ellos. El más anciano detiene la mirada en el espectador mientras la más joven parece evitar la mirada mirando hacia el suelo en dirección al foco de luz. Todas las figuras aparecen con un aspecto muy humano y realista con tintes leonardescos como pudieran ser los finos labios o las esfumaturas utilizadas sobre todo en los cabellos y la barba. Ya que la perfilación de los rostros muestra un dibujo que predomina sobre el color.


                                         APROXIMACIÓN AL SIGNIFICADO

La tabla nos muestra a Cristo como Salvador Mundi en posición de bendecir con dos dedos levantados simbolizando su doble naturaleza. Los tres dedos restantes simbolizarían la trinidad. Esta doble naturaleza de Cristo, humana y divina, también queda remarcada por la división en la frondosa barba. La mano izquierda queda en una actitud más sobria que aprovecha el artista para remarcar la profundidad del cuadro. El poyete que se encuentra delante de cristo podría ser identificado como un altar y el momento ser identificado como la eucaristía.
Se encuentra mirando hacia el infinito, al lugar de donde proviene la luz, al cielo, remarcando su procedencia divina. En la inscripción bordada en oro en el pecho se encuentra el monograma IHS, pudiendo significar simplemente el nombre del propio Jesucristo. Aunque con frecuencia se suele identificar como Hominum Iesus Salvator (Jesús salvador de los hombres).
Detrás aparecen sendos personajes identificados con sus nombres encima de sus cabezas, el más anciano es identificado como San Pedro y a su izquierda San Ivan (San Juan). (tormo,1924,pp. 30-37).
La imagen en conjunto tiene un llamativo aspecto que nos recuerda a los iconos bizantinos que hasta hacía bien poco se solía intentar imitar en algunas partes de Italia como Venecia con esos fondos dorados, pero en este caso el fondo de la pintura es neutro, creando con su oscuridad una sensación de lejanía hacia la figura divina. Este carácter de icono nos hace pensar que la pintura fue pensada para ser colocada en un oratorio personal donde el dueño pudiera sentirse en consonancia con los seres divinos.
La mirada de Jesucristo como ya se comentó antes está fijada en el infinito, en el foco de donde proviene la luz, y con las maravillosas veladuras que en sus ojos realizó Yáñez consigue que esta tenga un cierto magnetismo al espectador, además de no dejar que la imagen de Cristo sea totalmente hierática y tengo un aire más humano.
Gran parte de la majestuosidad de la obra viene dada por la simetría de la misma así como por la estructura clásica piramidal dada en el cuerpo del salvador, esta estructura comienza con el tapete que cubre el pequeño altar y se mantiene mediante los ropajes y las formas de su cuerpo para culminar en un punto de fuga que se encuentra en la mirada del mismo, logrando así Yáñez que la mirada del espectador se coloque rápidamente en la de Jesucristo.

Pero esta monumentalidad de la figura de Jesucristo es totalmente contraría a la imagen de los dos apóstoles que se encuentran tras él.
El primero de ellos a tratar será San Pedro, una figura proveniente de los modelos leonardescos de realismo, con un aspecto huesudo y decrépito que recuerda en gran manera a algunos de los bocetos que el maestro florentino legó para el recuerdo. San Pedro goza de un mentón prominentemente saliente, totalmente calvo y con el aspecto de un anciano. Mantiene su mirada fija en el espectador con la cabeza ligeramente ladeada hacia un lado y apareciendo la figura en tres cuartos, este tipo de movimiento de la cabeza es algo que Yáñez añadiría a los modelos de Leonardo de su propia cosecha y recuerda a otras obras del autor como la Piedad de la Catedral de Valencia. (Ibidem).

Por el contrario la figura de San Juan, es totalmente hernandiana, pues aparece con un rostro menos trabajado en cuanto al realismo de las facciones pero con una gestualidad más contraida en comparación con la media sonrisa que presenta San Pedro. Además al estudiar detenidamente a San Juan se puede observar comparándolo con otras pinturas del autor, que Yáñez utilizaba unos mismos modelos para todas, pues San Juan aparece prácticamente igual en aquellas pinturas de Yáñez en las que se le hace partícipe, un ejemplo podría ser el Calvario del museo de Bellas Artes de Valencia, en el cual encontramos este mismo modelo, pero colocado en diferente posición.

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